Un día cualquiera (menos un martes de lluvia o un fetish friday POR FAVOR) alguien te adelanta por la izquierda, con paso firme y algo de prisa. Miras en ese instante que pasa a tu lado, dejando el rastro de su dulce perfume, con melena pantene al viento.
No puedes dejar de mirarla. Sabes que no juegas en la misma liga.
Ella es de esas que dan asco por ser tan bella, va divina, con aires de no me llegas ni a la suela de los zapatos, casi impecable y estrena stilettos...
¿Por qué lo sé? Lamentablemente lo que no llegó a la suela de su calzado, no fui yo, fueron sus dedos para despegar la etiqueta.
Ni los hot pants de infarto dejando ver un trasero libre de grasas han podido desviar mi atención ante la sorpresa de ver esas manchas a modo de códigos de barras en los Isabel Marant.
Que pena… esta desgracia ha traspasado el streetstyle.
Y lo siento por Elle pero este despiste tiene un precio, nunca mejor dicho.
Basta ya.
No tolero que la satisfacción de estrenar fetiche quede mancillada por la visión de una pegatina.
Lo divino se convierte en vulgar en un vistazo.
Ahora si que reivindico el uso de ciertos vocablos explotados en tantas redacciones de moda.
ARRANCA, DESPEGA… ¡la pegatina!
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