martes, 25 de octubre de 2011

Camping in Getaria in honor of Balenciaga

Hablemos del fin de semana, no del siguiente, del que ya pasó y parece quedar lejos tras rebasar la barrera del lunes.
Hace casi seis meses de su ansiada y comentada inauguración. Una magnifica tarea pendiente de esas que estás deseando tachar de la lista. Muchos fueron antes, algunos quedan por ir y yo repetiré.

Me alegro de no haber demorado esta visita ni un dia más, de descubrir su Getaria natal. Un puerto de un encanto singular y sencillo, un pueblo pequeño que albergó a alguien muy grande de protagonismo internacional y no ha descuidado su naturalidad. 
Al caminar por sus calles pensaba que si no hubiese estado el museo, quizás me hubiese perdido paseos con olor a mar de esos que nunca se olvidan. Y es que lo primero que hice al llegar fue respirar hondo, muy hondo. Soy una isleña afincada en Madrid, me sale natural y alivia.

Si, estuve el sábado en el Museo Balenciaga, por fin.
Y no, no voy a exponerlo aqui.   
Saqué fotos si, demasiadas, pero no voy a publicar cada pieza de las seis salas en las que se divide el museo. Recuerdo unos momentos iniciales absurdamente estresantes en los que estaba más preocupada por tirar instantáneas que apreciar lo que estaba viendo. Tras la alerta del acompañante perfecto y pensar en ello, paré. Era lo más práctico, ninguna imagen por buena que fuera iba a captar las sensaciones que experimentaba al ver semejante obra. 
Decidí cumplir con el objetivo de la visita: Disfrutar, contemplar y sobre todo admirar.
Ver el significado de esta acertada frase a pesar de la tenuidad de la iluminación. Y revisar las fechas de las fichas porque resultaba increíble que aquello que estabas viendo se correspondiera con la época indicada. Echar en falta bocetos de Cristóbal, que serían auténticos fetiches. 
Empiezan las redundancias... Era un genio, perfeccionista, creativo, visionario y calificativos que habría que inventar para él. Viendo sus costuras dan ganas de destriparlas como hacia él con las de Vionnet y analizar cada pespunte. Aún descubriendo el truco, no desapareceria la magia. 
Esto no es una crónica, la fotografía es una afición, no soy periodista de profesión. Y aunque se haya hablado de ello de mil maneras, no llego tarde, llego a tiempo. 
Esto es una invitación a que pongas Getaria en el GPS y visitar el Museo Balenciaga en tu lista de deseos. Aunque te lo cuente, te lo muestre con todo lujos de detalles, esto hay que vivirlo.
Y a eso si animo.
















No hay comentarios:

Publicar un comentario